Queridos amigos y estudiantes:
Es para mí un honor y un privilegio compartir con ustedes lo que significa ser educadora de la fe. Como maestra de clases bíblicas, encuentro en cada lección una oportunidad no solo para enseñar, sino también para crecer y profundizar en mi propio camino espiritual.
Enseñar la Biblia es también un acto de amor y de servicio. Es compartir la alegría de la fe, es sembrar esperanza y fortaleza en los corazones de los demás. Cada día, al preparar mis clases, siento una profunda gratitud por la oportunidad de ser parte del camino espiritual de tantas personas.
Volvamos juntos al origen.